El Dr. Ángel Honorio Roffo (1881-1947) fue uno de los primeros científicos del mundo en demostrar experimentalmente la relación entre el humo del cigarrillo y el cáncer. En una publicación del año 2005 titulada “Angel H. Roffo, the forgotten father of the experimetal carcinogenesis of tobacco”, el Dr. Robert Proctor de la Universidad de Stanford y miembro de la Organización Mundial de la Salud (OMS), destaca y reconoce a Roffo como al primer científico de relieve mundial que estableció una relación de causa-efecto entre el humo del tabaco y el cáncer, calificándolo como “la mayor amenaza para la industria tabacalera” en la primera mitad del siglo XX.
Para ponernos en contexto es preciso repasar algunos hechos: 1) el Dr. Roffo era un investigador reconocido mundialmente como líder en la carcinogénesis experimental, galardonado con las distinciones más importantes de varias naciones europeas tales como la Gran Cruz de Honor del gobierno alemán (primera vez que era otorgada a un no alemán y tercera vez que era entregada a un científico), la Legión de Honor del gobierno francés y decenas de otros reconocimientos internacionales, además de haber sido nominado tres veces al premio Nobel de Medicina. Sus trabajos de investigación (más de 400) fueron publicados en las revistas científicas más importantes del mundo de la época. 2) Logró aislar uno de los productos oncogénicos de la combustión del tabaco, el 1-2 benzopireno y demostrar su relación con el cáncer de laringe, mucosa oral y pulmón. 3) En la primear mitad del siglo XX la industria tabacalera era una de las más importantes del mundo. 4) El Dr. Roffo fue un científico singular no sólo por la importancia de sus investigaciones, sino por su profundo compromiso social. En efecto, el Dr. Roffo se ocupaba activamente de difundir los resultados de sus investigaciones no sólo en el mundo científico, sino también en la sociedad, como lo atestiguan decenas de conferencias, charlas y clases realizadas en diferentes estamentos sociales como colegios primarios y secundarios, clubes barriales, ONGs, sociedades de fomento, publicaciones en periódicos y revistas de interés general, etc. No se exagera si se afirma que Roffo fue el primer activista anti-tabáquico de Latinoamérica y, probablemente, del mundo. En este sentido debe ser considerado como uno de los más grandes médicos sanitaristas de la Argentina y Latinoamérica por su incansable prédica en contra del hábito de fumar (él mismo había abandonado el hábito luego de sus primeros descubrimientos). Una de sus más grandes contribuciones a la concientización de la población del peligro que entraña el tabaquismo es la que sería su última publicación, “Un mal de la Civilización” (1941) en la que explica, en un leguaje profano y accesible al público en general, los resultados de sus investigaciones sobre la relación entre el tabaco y el cáncer.
En este contexto, resulta acertada la definición del Dr. Proctor cuando afirma que Roffo fue el “padre olvidado”…ya que la industria tabacalera puso en marcha una estrategia internacional para desprestigiar la labor de Roffo que incluyó la complicidad de algunos investigadores, especialmente estadounidenses y británicos, que trataron de rebatir los resultados obtenidos por Roffo, estrategia que lamentablemente culminó éxito con la intervención del Instituto de Medicina Experimental por la Universidad de Buenos Aires y el alejamiento del Dr. Roffo en 1946. Finalmente, tanto el Instituto que fuera el primer centro de investigación en cáncer en todo el continente americano como el nombre de Roffo, fueron arteramente relegados al olvido con la complicidad de las autoridades locales de sucesivos gobiernos que nada hicieron para defender la obra y el nombre de uno de los más grandes científicos que diera nuestro país. No obstante, y gracias a su labro pionera investigadores del todo el mundo lograron, en años sucesivos, demostrar de forma contundente e inequívoca que el Dr. Roffo estaba en los cierto y tanto la industria tabacalera como los gobiernos del mundo debieron rendirse ante la abrumadora evidencia científica. Hoy la mayoría de los países del mundo cuentan con una legislación que obliga a aquella a imprimir las advertencias del peligro que entraña el hábito de fumar para la salud en sus productos. Roffo había perdido una batalla, pero finalmente ganó la guerra. Sin embargo, este eminente benefactor de la Humanidad aún aguarda el merecido reconocimiento que merece, especialmente en La República Argentina. En este sentido resulta imperativo que las nuevas generaciones conozcan su obra, no sólo por la importancia que esta ha tenido para la salud pública mundial, sino porque además representa un ejemplo de conducta ética y moral intachable y de trabajo incansable, tan necesario en los tiempos que corren. Una sociedad que olvida a sus hombres y mujeres más eminentes del pasado no puede aspirar a mirar hacia el futuro con esperanza y voluntad de progreso.
Dr. Sergio Gianni
Director Área Quirúrgica